miércoles, 10 de agosto de 2011

Tiempo de cambios.

Pensando un poco, comencé a preguntarme por qué se nos hace tan difícil el hecho de producir algún cambio en nuestras vidas; asi sea de índole subjetiva, material, o en relación a los otros que nos rodean. ¿Será por miedo? Es probable, pero supongo que quedarse en eso sería tener una visión un tanto recortada y hasta equivocada. Se me ocurrió, y aca viene la verdad de la milanesa, que no sólo el miedo es quien nos impide realizar cambios, sino también la creencia (y la omnipotencia) de que poseemos tiempo. Como escuche en algún lado, todos los hombres saben que van a morir, pero ninguno cree que le llegará ese día. Depositamos en ese tiempo que creemos tener, la esperanza de que él mismo nos cambie las cosas. No hay peor error que creer que las cosas se curan con el tiempo. ¿Cuánto dura ese tiempo? No lo sabemos, pero estamos (casi)convencidos de que dura mucho. ¿Qué pasaría si supiesemos que carecemos de ese tiempo? O por lo menos, si conocemos con exactitud cuánto tiempo poseemos para cambiar las cosas... Por ejemplo, pongamos un día; 24 horas. Visto de una perspectiva racionalmente acertada, podriamos deducir por sentido común, que en lo último que nos fijaríamos o pondríamos nuestro empeño es en cambiar ciertas cosas. Bueno, si se me permite el atrevimiento, quisiera contradecir al sentido común. En esas 24 horas, al saber que tenemos poco tiempo, intentariamos cambiar todas esas cosas que nos tienen a maltraer. Acá el miedo no sería ningún impedimiento. Pocas cosas son tan efímeras como la vida, y lamentablemente eso se nos olvida muy a menudo. Este sentimiento de creer que el tiempo es nuestro es típico de la juventud. Recuerdo a mis abuelos diciendome que aproveche el tiempo, que no deje nunca para después las cosas que quiera hacer (o cambiar), porque cuando me quiera acordar, iba a estar dándole ese mismo consejo a mis nietos.
A modo de deducción, creo que lo más importante es entender que el tiempo es relativo. Y que el único tiempo que poseemos es este, el que vivimos ahora. Sería un gran paso no dejarnos tentar ante la posibilidad de que con el tiempo las cosas van a cambiar solas; porque por más que nos moleste, las cosas no se cambian solas, ni las cambian los demás. He aquí otro típico error, esperar a que los demás den el primer paso. No, no, señor y señora. Las cosas las tenemos que cambiar nosotros mismos, y el momento es ahora.

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